La intensificación ecológica se basa en maximizar los servicios del ecosistema para sustituir el uso de inputs externos en la agricultura y se ha propuesto como una manera de lograr un alto rendimiento de la producción de cultivos, estable y sostenible, al tiempo que permite alcanzar otros objetivos como es la conservación de la naturaleza. La polinización y el control natural de plagas son servicios del ecosistema claves que pueden reducir el uso de pesticidas y aumentar la cantidad y calidad de los cultivos. Los organismos responsables estos servicios dependen en gran medida de hábitats no agrícolas, o infraestructuras verdes, dado que los cultivos no son hábitats adecuados a lo largo de todo el año. El establecimiento de hábitats que no están destinados al cultivo tiene un coste, por tanto, hay que encontrar un balance entre la cantidad de infraestructuras verdes que pueden mejorar no solo el rendimiento del cultivo, sino también poblaciones de especies relevantes para la conservación, y los beneficios económicos netos para el agricultor.
Esto se traduce en los siguientes objetivos específicos:

(1) Cuantificar los aumentos de producción en la productividad de los cultivos mediados por polinizadores y control natural de plagas bajo diferentes densidades de hábitats no agrícolas a diferentes escalas.
(2) Comprender los vínculos entre la densidad de las infraestructuras verdes y la estructura y estabilidad de las redes de interacción planta-animal que vinculan el cultivo y los hábitats circundantes.
(3) Cuantificar las ventajas y desventajas de la mejora de la infraestructura verde para la agricultura y la conservación de especies.